jueves, 15 de septiembre de 2022

Comparecencias Parlamentarias

Leo atónito en la prensa la noticia de la solicitud del Parlamento de Navarra para que comparezca del Rector de la UPNA para dar explicaciones sobra la desaparición de algunas obras de arte del campus universitario. Imagino a nuestro rector, y a su equipo, entusiasmados recabando datos e información sobre hechos que han ocurrido a lo largo de muchos años, probablemente fuera de su mandato, detrayendo su valioso tiempo y esfuerzo de otras tareas mucho más importantes.

Y es que recuerdo como una de las situaciones más incómodas vividas como Rector de la UPNA las comparecencias parlamentarias, solicitadas por algún grupo político. Sobre el papel todo parece lógico y razonable: el Parlamento, o sea nuestros representantes, desean recibir de primera mano información, explicaciones u opinión del máximo responsable de una institución pública. Hasta aquí, nada que objetar. La cosa empieza a perder sentido cuando uno aprecia que el tema de la comparecencia tiene que ver con alguna cuestión que atañe a la institución pero que, generalmente, es objeto de discrepancia política. Léase en el caso de la Universidad la implantación de medicina, la situación del euskera, una huelga estudiantil, la colocación de carteles reivindicativos, el Campus de Tudela, etc.

Sin restar importancia a esos asuntos, incluido el de las obras de arte, se trata de situaciones coyunturales o como poco muy parciales del quehacer universitario. Jamás se ha solicitado una comparecencia para hablar del nuevo mapa de titulaciones (excepto Medicina como se ha dicho), de la investigación en la Universidad, de los problemas de contratación de profesorado, del plan estratégico, de la estructura del PAS, o en general de las cuestiones que son el núcleo básico de la actividad universitaria.

Desgraciadamente, uno aprende en su primera comparecencia de qué va esto. Sus señorías, por otra parte personas en general cordiales y “normales” en las distancias cortas, y con buen rollo entre ellos, se transmutan en actores de una obra teatral con su estructura y su liturgia: En primer lugar, el compareciente desgrana en el tiempo asignado una intervención en respuesta a lo que (cree) le han preguntado. A partir de ahí el portavoz de cada grupo suele reproducir el guion asignado (con poca o nula improvisación), y que por tanto poco tiene que ver con lo que el compareciente ha dicho, sino más bien con una posición previa de cada grupo. Se reproducen las referencias a la posición política de cada grupo y, frecuentemente, a la contraposición o ataque a la de otros. El compareciente, que no tiene generalmente formación como actor, asiste entonces atónito a una escena de pelotas, y a veces cuchillos, que se lanzan de un lado a otro, con la esperanza de que ninguno le roce. Salir indemne es lo mejor que uno puede esperar. No siempre es así. Recuerdo incluso haber salido reprobado de una comparecencia a la que no asistí (la invitada era la Consejera de Interior).

Sin despreciar el valor de una obra de arte, de su singularidad como bien físico y del respeto al artista, no alcanzo a comprender cuál es el interés por una comparecencia de la máxima autoridad académica sobre la desaparición de obras de arte. Sin menoscabo de su valor artístico, el impacto económico es mínimo y, sin intentar eludir ninguna responsabilidad, la universidad es, conceptual y físicamente, un entorno abierto muchas horas al día, y con multitud de personas en circulación, en el que no resulta fácil controlar todos los bienes que están en muchos casos al alcance de la mano. De hecho, y por comparación con este caso, se han producido a lo largo de los años desapariciones (robos) de equipos importantes de laboratorio o informáticos por los que nunca nadie preguntó, por no hablar de las pérdidas derivadas del terrible incendio del edificio de los Olivos en el año 2017, y por las que sólo un parlamentario se interesó. Eso sí que tuvo impacto en la actividad académica.

La conclusión que al final uno extrae es que a quienes habría que solicitar comparecer es a ellos, a los parlamentarios, y preguntarles cómo y a qué dedican su tiempo aparte de las actuaciones teatralizadas que vemos a través de los medios de comunicación. No sé qué tiene que ocurrir para que se enteren de que esas representaciones (comparecencias, sesiones de control,..) carecen ya de público, que hace mucho ha abandonado las salas por el poco nivel de las obras y de los actores. Las cifras de “share” lo dejan claro.

NOTA: esta entrada aparece publicada como artículo de opinión en Diario de Noticias (16/09/22)

sábado, 2 de octubre de 2021

Entre Ignorantes

 

Comenzaré esta entrada aceptando que el Alcalde de Tudela me atribuya una “ignorancia supina”, en unas declaraciones suyas en relación al Campus de la UPNA en esa ciudad. Y es que los que nos dedicamos a la ciencia nos reconocemos ignorantes porque sabemos que es infinitamente más lo que desconocemos que lo que conocemos. Aun así, me atrevo a poner a prueba quién de los dos es más ignorante respecto del tema que nos ocupa.

Así, me gustaría recordarle en primer lugar al señor Toquero que la decisión de crear un Campus en Tudela fue fruto de lo que se suele denominar como “decisión política”, es decir, aquella que se toma sin la información suficiente, sin que haya una necesidad evidente o, lo que es peor, a sabiendas de que no es la correcta e incluso contraproducente (salvo para los intereses de quien la toma). Y es que no conozco a ningún político foral, pasado o presente, de uno u otro signo, que niegue en privado que la decisión de crear un campus en Tudela fue un error. El señor Toquero sería, en lo que a mí respecta, el primero que lo negara.

Todos los informes disponibles en los años previos a la decisión apuntaban claramente a la inviabilidad del Campus, de tal modo que quienes en esos momentos dirigían la UPNA, con su Rector a la cabeza, se opusieron firmemente y con buen criterio a la extensión de la universidad a Tudela. El propio Consejo Social de la UPNA, en el que está representada la sociedad (Sindicatos, Empresarios, Parlamento, etc) avaló esta postura.  

Desconozco las presiones que finalmente hicieron sucumbir a la Universidad para dar vía libre a la extensión, y llevar allí dos títulos de Grado. Dado ese paso, posteriormente, desde el Departamento de Educación del Gobierno de Navarra, gobernado entonces por relevantes personas del entorno tudelano, se blindó la construcción y dotación del Campus de Tudela mediante financiación denominada “afecta”, y que la UPNA solo podía destinar a ese Campus. Por cierto, la decisión de construir el Campus en las afueras de la ciudad no pudo ser más desacertada a efectos de conseguir una buena imbricación en la ciudad.

Antes de que quien suscribe esta carta pronunciara en 2018 la ahora recordada frase de “impartir alguno de los nuevos Grados en Tudela sería una locura”, ha habido rectores -permítaseme incluirme entre ellos- y equipos rectorales que han intentado, sin éxito, inyectar actividad diversa (formación, investigación, extensión,…) en el Campus de Tudela. Un ejemplo paradigmático ha sido el Aula de la Experiencia; un éxito en Pamplona y que allí ha ido languideciendo por falta de demanda, no por falta de dedicación y mimo desde la UPNA.

Y es que, como anticipaban los informes elaborados a principios de este siglo, las características demográficas, la demanda industrial, la demanda formativa, etc., no justificaban ni justifican la creación de un campus universitario. Sólo los espejismos de algunos promotores de la idea, imaginando Tudela llena de estudiantes foráneos alquilando alojamientos y dando vida a la ciudad, fueron capaces de generar un efecto mariposa que concluyó con la mencionada decisión política. Ejemplos similares hay unos cuantos en España, con campus periféricos fallidos, a los que nadie se atreve a hincar el diente, léase, cerrarlos.

El último informe relativo a este asunto, y que el alcalde Toquero ignora a pesar de haber sido encargado por el Ayuntamiento, dejaba bien claro en sus conclusiones que los “responsables locales” deben definir una estrategia y un plan de desarrollo local con la participación de todos los agentes de influencia. Dentro de ese plan, la UPNA deberá, siempre respetando su propia autonomía, responder y contribuir como agente clave en el desarrollo de la zona, como ya ha hecho y está haciendo en el conjunto de Navarra. Es ese el orden, y no el contrario, como ha venido ocurriendo históricamente: desde el Ayuntamiento se le ha pedido y exigido a la Universidad implantar nuevos Grados y otra actividad académica, sin ningún criterio objetivo, como si eso fuera suficiente para generar desarrollo en la región. Exigencias por otra parte no correspondidas con el apoyo del Ayuntamiento que, por el contrario, ha financiado generosamente a la UNED. La comparecencia del Alcalde en el Parlamento cae en un planteamiento victimista y de exigencia hacia la UPNA, sin aportar absolutamente nada.

Para alegría del señor Toquero ya no soy Rector de la UPNA ni lo he sido durante su mandato, así que no podrá responsabilizarme de lo que ocurra con el campus de Tudela. Él tiene la responsabilidad de promover y liderar la transformación del entorno social y económico de la zona, y estoy seguro de que la UPNA responderá y asumirá el reto. Supuesto que lo intente, y si no lo consigue, seremos los demás los que le pediremos responsabilidades a él.

NOTA. Esta entrada ha sido publicada el 2/10/2021 como artículo de opinión en Diario de Noticias

lunes, 1 de febrero de 2021

Reconocimiento a Manu Ayerdi

 Vaya por delante que siempre me he considerado un “fan” de Manu Ayerdi, a quien por encima de todo aprecio personalmente. Y vaya también por delante que nada tengo que ver ni me identifico con el partido en el que milita. Dicho esto, me siento en la obligación moral de mostrar públicamente mi apoyo, en estos momentos difíciles para él, a una persona que ha trabajado incansablemente por el desarrollo económico, social, y en suma el bienestar de Navarra. Primero como Vicerrector y después como Rector de la UPNA, he tenido ocasión de conocer, colaborar y trabajar con muchos consejeros y también otros altos cargos públicos de Navarra. Eso, creo, me da una perspectiva suficiente para poder valorar la labor de Manu Ayerdi como Vicepresidente y Consejero de Desarrollo Económico.

En ese sentido, solo puedo calificar su desempeño en el cargo como excepcional. En pocas personas puede encontrarse la confluencia de cualidades como el nivel intelectual, liderazgo, visión, empatía, unidas a una infinita capacidad de trabajo que atesora Manu. En mi relación con él, el mínimo atisbo de sesgo político, y sí una disponibilidad absoluta, búsqueda incansable de consenso y sobre todo deseo de lograr el bien común.

Por ello me parece que la dimisión de Manu Ayerdi es una gran pérdida para Navarra, donde escasean de forma preocupante personas como él, capaces de promover y liderar transformaciones de gran impacto positivo en nuestra región. El asunto DAVALOR pasará más pronto que tarde, una vez cobrada la víctima, al olvido, pero su legado perdurará aunque algunos no querrán reconocerlo. No prejuzgo lo que los tribunales dirán al respecto, pero de lo que no me cabe duda es que su actuación fue guiada únicamente por su convencimiento de que era un buen proyecto para Navarra. Su entusiasmo por lo que hacía, otra de sus cualidades, quizás le jugó aquí una mala pasada.

En su comparecencia, se refería el ya exconsejero a la necesidad de buena política. En ese sentido, no puedo terminar esta carta sin calificar todo esto como una muestra de la, por desgracia frecuente, pésima política: los unos diseñando leyes y normas pensando en otros, sin reparar en que pueden llegar a aplicárseles, y los otros utilizando esas normas en las que no creían para derribar a los unos. Hacéoslo mirar los unos y los otros.

NOTA: Esta entrada se ha publicado como carta al director en Diario de Navarra y Diario de Noticias

martes, 12 de mayo de 2020

Decepcionantes algunos representantes estudiantiles y de la juventud


Resulta decepcionante la actitud mostrada por el Consejo de Estudiantes de la UPNA, y especialmente del Consejo de la Juventud de Navarra jaleándola, atreviéndose a pedir incluso devolución de parte de la matrícula si la docencia telemática “no se ha realizado de manera óptima”. Sin negar que han podido darse situaciones y actitudes poco profesionales de algunos docentes, creo que el esfuerzo desplegado en todos los niveles de dirección de la Universidad, y por la inmensa mayoría del profesorado, están consiguiendo sacar adelante una situación francamente complicada. Es de destacar también la comprensión y el trabajo extra realizado por la mayor parte del alumnado de la UPNA, que seguro no se sienten representados por las declaraciones del Consejo de la Juventud, para quien por otra parte parece que solo en la UPNA hay universitarios navarros.

La crítica empaña también indirectamente el trabajo realizado por el personal de administración y servicios de la UPNA, que ha tenido que velar por que en estas condiciones extremas toda la infraestructura material y virtual de la Universidad siga funcionando sin que se hayan producido problemas relevantes. Si alguien tiene algo que aportar, opinar o incluso criticar, que lo haga a través de los cauces abiertos, que en la Universidad son muchos. Algunos lo han hecho, y se les ha dado respuesta. Conviene tampoco no olvidar que el Consejo de Estudiantes está representado en el gabinete de crisis.

Y es que parece que algunos no se han enterado de que vivimos una situación verdaderamente extrema, excepcional e imprevista, que ha obligado a una universidad presencial a modificar, de un día para otro, todo su funcionamiento para adaptarse a una docencia remota. Los mismos que no son capaces de ver que es el sistema público, incluyendo en primer lugar a sanitarios pero también Universidades, centros de enseñanza, fuerzas de seguridad, administración, etc, quien está manteniendo el tipo para que todo siga funcionando durante esta pandemia y lo van a tener que seguir haciendo los próximos meses. Los mismos que, aprovechándose de lo público o incluso defendiéndolo supuestamente, solo contribuyen a desprestigiarlo y destruirlo. Lo veremos de forma acentuada los próximos meses cuando muchos se habrán olvidado rápidamente del esfuerzo realizado, y solo pretenderán recuperar los “derechos” (en muchos casos son solo privilegios), de los que disfrutaban antes y seguir como si nada hubiera pasado.

Habría que preguntarse ya que ahora piden la devolución de matrícula si la docencia telemática “no se ha realizado de manera óptima”, si la Universidad y la sociedad que es quien sufraga con sus impuestos el mayor porcentaje de sus matrículas, no debiera solicitar la restitución de ese dinero si el aprendizaje realizado y el esfuerzo por conseguirlo no ha sido también el óptimo.

martes, 15 de octubre de 2019

Actos Académicos. Notables ausencias


Ser miembro de la comunidad universitaria otorga unos derechos y privilegios de los que ningún trabajador de otra institución pública puede presumir. Notoriamente, el hecho no menor de influir en su funcionamiento y su destino a través de la elección de sus muchos órganos académicos, en particular el de su máxima autoridad, el Rector. En mayor o menor medida, todos somos partícipes y responsables por tanto del devenir de la institución.

Pero los derechos acarrean siempre determinadas obligaciones, algunas explícitas, incluso reflejadas normativamente, y otras implícitas, no escritas, y por tanto de cumplimiento no obligado y sobrellevadas con cierto relajo.

Dentro de estas últimas se incluyen, desde mi punto de vista, la participación en aquellos actos académicos en los que la Universidad muestra a la sociedad su realidad, y los resultados conseguidos con el apoyo de ésta. De forma destacada, me refiero al acto de Apertura Solemne de curso,  a los de toma de posesión o promoción de nuevo personal, o también a los actos de reconocimiento, jubilación, y recuerdo a fallecidos.

Personalmente me gustaría que muchos más miembros de la comunidad, PAS y PDI acudieran a estos actos. He de reconocer sin embargo que no siempre resulta sencillo, y que la labor y compromisos diarios de cada trabajador no lo hacen fácil. Por experiencia sé que nuestra Universidad es, de las que conozco, una de las que más, por no decir la que más, invitados internos y externos congrega. Pero al menos sí que debería esperarse la presencia de todos aquellos que ostentan cargos académicos y administrativos, o también de representación.

En nuestra Universidad ello es generalmente así, con la recurrente excepción de aquellos que ejercen la representación sindical de los trabajadores, ya sean PAS o PDI. Resulta inexplicable que quienes se atribuyen, por delegación de todos nosotros, la representación y defensa de los derechos de los trabajadores no tengan a bien acudir cuando se reconoce la promoción, el nombramiento o, como en el pasado viernes 11, la jubilación, la trayectoria de 25 años y desgraciadamente, se recuerda el fallecimiento de algún compañero.

Si, en términos generales, casi todos los sindicatos/representantes sindicales fallan estrepitosamente en esto, conviene otorgar una mención especial, por lo particularmente negativo. Me refiero lógicamente a los presidentes de la Junta del PAS y el anterior del PDI, casualmente ambos del mismo sindicato. Pero he de reconocer que si bien su ausencia es criticable, no así su coherencia. En el primer caso resulta difícil verlo por el campus en la actividad ordinaria, y en el segundo su labor de representación ha consistido básicamente en representarse a sí mismo.

viernes, 29 de marzo de 2019

Convocadas Elecciones Rectorado UPNA. Por qué no opto a la reelección


He decidido no presentarme como candidato a las elecciones a Rector de la UPNA. No ha sido en realidad una decisión que haya tomado ahora. Lo hice hace cuatro años, al tiempo que concurría como candidato a las elecciones en el año 2015, y ahora simplemente la reafirmo. Dicho esto he de reconocer que llegado el momento no ha sido fácil tomarla. Intentaré explicarme.

Hay un cierto consenso en afirmar que para llevar un proyecto de legislatura adelante cuatro años es un periodo demasiado corto, y ocho demasiado largo. No estoy de acuerdo con ello. Esa premisa, creo, es casi una excusa para no abordar en la primera legislatura aquellos proyectos más complejos y críticos, que puedan comprometer la reelección, para abordarlos si es el caso en la segunda legislatura. Con demasiada frecuencia, una vez se produce la reelección, la sensación de relajo y la falta de presión de una segunda reelección hacen que tampoco esos proyectos se acometan. No conozco ninguna segunda legislatura, ninguna, ni en lo político ni en lo académico, que haya sido mejor que la primera.

En mi caso diseñé un proyecto de legislatura extenso y ambicioso pero que pudiera llevarse a cabo en cuatro años. Creo honestamente que la previsión se ha cumplido. El rodaje previo como vicerrector, y un extraordinario equipo que ha creído y asumido el proyecto y trabajado intensamente han sido fundamentales para ello. También la comprensión y el apoyo explícito o implícito de la comunidad universitaria. Serán esta última, la sociedad y el tiempo quienes juzgarán lo que hemos conseguido.

No ha habido un solo día en que no me haya recordado a mí mismo la decisión de permanecer una única legislatura. Ha sido una forma de reafirmar la idea de que no podía tomar ninguna decisión, o dejar de tomar otras, condicionadas a una posible reelección. Nunca sabré si, caso de presentarme, hubiera sido reelegido, pero esa duda me inquieta menos que la de pensar que siendo reelegido, hubiera rebajado el nivel de la primera legislatura.

En lo personal solo puedo decir que en absoluto me siento cansado, quemado, decepcionado o falto de ideas para continuar. Nada de eso. Ha sido un honor y un privilegio ser rector de esta Universidad, y por encima de situaciones puntuales complicadas e incluso críticas he trabajado a gusto, he aprendido y hasta disfrutado. He recibido mucho más de lo que he dado.

Pero son ya 12 años en el edificio de rectorado como vicerrector o rector, más de lo que nadie ha estado nunca, y eso es mucho tiempo. Casi la mitad de lo que llevo en esta Universidad. Solo una cosa me podía haber hecho cambiar de opinión, y es que no hubiera candidatura a rector o rectora, o que la hubiera de alguien sin la suficiente experiencia, solvencia y talante para serlo. Dado que esto no va a ocurrir, tomo de forma firme esta decisión, en la seguridad de que la Universidad puede quedar en las mejores manos posibles. Espero contar con la comprensión de aquellos que hubieran deseado ver a esta universidad dirigida por mí otros cuatro años.

NOTA: Este es el texto leído en Consejo de Gobierno de la UPNA el 29 de Marzo de 2019, a quien he informado en primera instancia de mi decisión


lunes, 18 de febrero de 2019

La UPNA no tendrá Facultad de Medicina


Tranquilos todos. Que nadie se preocupe o salte de alegría tras leer este título. La Universidad Pública de Navarra ya tiene una “Facultad de Ciencias de la Salud”, que es la que impartirá el Grado de Medicina más pronto que tarde. Y comienzo este artículo de opinión de este modo porque en este debate absurdo que enmaraña y polariza innecesariamente a la opinión pública sobre los estudios de Medicina, uno de los argumentos que se exhibe es que en España sobran Facultades de Medicina. Suelen decirlo especialmente los que ya tienen una cerca, y han peleado por conseguirla. También muchos estudiantes, que ya están dentro, que se han olvidado de que solicitaban un incremento de plazas cuando estaban fuera.

Desde una posición exclusivamente académica y socialmente responsable, que es la que me corresponde, he defendido siempre la necesidad de estudios de medicina públicos en Navarra. Y eso es así principalmente porque no podemos aspirar a tener el sistema público de salud que hoy día necesita Navarra, si éste no tiene a su lado un potente sistema universitario también público que apoye la investigación biomédica y genere, forme y atraiga el talento necesario. Y el ejemplo y la prueba de que eso tiene que ser así lo tenemos muy cerca, también en Navarra, pero en el ámbito privado.

Ésta, formulada de forma tan simple, es la mayor y más poderosa de las razones para defender Medicina en la UPNA. Por eso, enfrascarse en el debate de si sería más barato becar a los estudiantes navarros para que fueran a otras universidades, de si ya tenemos en Navarra una Facultad de Medicina, de si vamos a pagar con nuestros impuestos a estudiantes de otras comunidades, es ni más ni menos que no entender nada, o tratar de confundir. Mutatis mutandi, es el mismo debate que surgió cuando se creó la UPNA. ¿Se opondrán, y equivocarán también, los mismos que entonces lo hicieron?

Ciñéndonos a los argumentos puramente formativos de los estudios de Medicina, formar a 60 estudiantes cada año (es la previsión), ni altera el sistema en Navarra, ni mucho menos el nacional. Y no, ni sobran facultades, ni estudiantes de Medicina. Frente a otros datos interesados, la empleabilidad de los estudiantes de Medicina es del 93%, y el paro el 0,6% en 2014 (no todo es el MIR). La tasa de estudiantes por 100.000 habitantes es de 9, por debajo de la media de la OECD33 (10,6) y lejos por ejemplo de Austria con 19,9. El número de médicos por 1000 habitantes es de 3,2, en niveles parecidos a Noruega, Suiza, Alemania o Austria.

Podría aportar muchos más datos, pero no quiero alejarme del argumento principal. Navarra es una comunidad que ha apostado de forma rotunda por el sector de la Salud como un pilar en su desarrollo social y económico. La Universidad Pública de Navarra lleva tiempo alineándose a esa estrategia y se ha implicado en Navarrabiomed (investigación pública) y en IDISNA (colaboración público-privada). Los resultados ya son apreciados, valorados y reconocidos por muchas entidades y por la sociedad en su conjunto. Los estudios de Grado en Medicina son una condición necesaria para lograr ese fin último de una comunidad con un sistema de salud puntero, que además genere valor económico.

En la Universidad lo tenemos muy claro, y por eso me molesta y decepciona que se siga debatiendo con este asunto desde posiciones espurias y trufadas de apriorismos. La UPNA está poniendo en marcha en un corto periodo 8 nuevos grados, fruto de un serio y riguroso análisis en el que se ha tenido en cuenta la demanda de estudiantes, la empleabilidad de los egresados, la estrategia regional de especialización inteligente (S3) y por supuesto los recursos disponibles. A (casi) todo el mundo le han parecido bien y han aplaudido 7 de esos grados. Me pregunto por qué con uno solo de ellos se está generando tanta presión a la Universidad. Es una pregunta retórica, claro.

NOTA: Publicado en Diario de Navarra y Diario de Noticias el 17/2/19